Entradas a la Basílica de San Pedro

La cúpula interior cuenta con impresionantes mosaicos que ilustran escenas del Nuevo Testamento visibles desde el suelo. Sus vivos colores e intrincados detalles crean un espectáculo sobrecogedor. La doble cúpula, las nervaduras reforzadas y los enormes pilares de apoyo hacen de la cúpula un testimonio perdurable del ingenio renacentista. Ten en cuenta que, para tu visita, debes adquirir entradas que den acceso a la cúpula.

La Piedad de Miguel Ángel es una de las esculturas más famosas del mundo, situada en la Basílica de San Pedro. Esculpida en un único bloque de mármol, representa a la Virgen María acunando el cuerpo muerto de Jesús tras su crucifixión. La escultura, terminada en 1499, cuando Miguel Ángel solo tenía 24 años, es famosa por sus intrincados detalles y su profundidad emocional. La Piedad es la única obra que Miguel Ángel firmó, y sigue siendo una profunda representación tanto del sufrimiento como de la serenidad.

Las Grutas Vaticanas, situadas bajo la Basílica de San Pedro, son el lugar de descanso final de muchos papas y miembros de la realeza. Las grutas albergan tumbas que se remontan al siglo X, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de explorar la rica historia de la Iglesia Católica. Entre las más significativas está la tumba del Papa Juan Pablo II, un popular lugar de peregrinación. Las grutas albergan también algunos restos de la antigua Basílica de San Pedro, construida por el emperador Constantino en el siglo IV.

El baldaquino es un monumental baldaquino de bronce que se alza sobre el altar mayor de la Basílica de San Pedro. Diseñado por Gian Lorenzo Bernini y terminado en 1634, el baldaquino es una obra maestra del arte barroco. Con una altura de casi 30 metros, sus columnas retorcidas y sus detalles ornamentados simbolizan la unión del Cielo y la Tierra. El baldaquino señala el lugar de la tumba de San Pedro y el altar mayor, donde solo el Papa puede celebrar misa.

Se cree que la tumba de San Pedro se encuentra justo debajo del altar mayor de la Basílica de San Pedro. Según la tradición, San Pedro, uno de los apóstoles de Jesucristo y el primer papa, fue martirizado en Roma y enterrado en este lugar hacia el año 64 d.C. Con el paso de los siglos, el lugar se convirtió en el centro de la construcción de la Basílica, y sigue siendo uno de los sitios más sagrados del cristianismo. Las excavaciones arqueológicas realizadas a mediados del siglo XX confirmaron la presencia de una tumba bajo el altar, que muchos creen que es la de San Pedro.

El Velo de la Verónica es una reliquia cristiana legendaria que se conserva en la Basílica de San Pedro. Según la tradición, es el paño que Santa Verónica utilizó para limpiar el rostro de Jesús en su camino al Gólgota, y su imagen quedó milagrosamente impresa en la tela. El velo se conserva en una capilla dentro de la basílica, aunque rara vez se muestra al público. Pero la estatua de la Verónica, esculpida por Francesco Mochi, ¡es algo que sin duda no te puedes perder!

La Necrópolis Vaticana, situada bajo la Basílica de San Pedro, es un antiguo cementerio funerario que data del siglo I d. C. Fue descubierta durante unas excavaciones ordenadas por el Papa Pío XII en la década de 1940. La Necrópolis contiene una serie de mausoleos, tumbas y criptas, incluida la que se cree que es la tumba original de San Pedro. Esta ciudad subterránea de los muertos ofrece una visión fascinante de las primeras prácticas funerarias cristianas y de la historia del Vaticano. El acceso a la Necrópolis está restringido, y debes reservar visitas especiales para explorar este tesoro oculto.